El consumo de bebidas alcohólicas tradicionales, como el guaro y la pola, ha disminuido. Por otro lado, se abre paso la tendencia de los tragos largos y para mezclar, como los vinos, el whisky y el ron. El mercado de los licores en Colombia enfrenta la situación de abrir sus fronteras y, a la vez, proteger sus monopolios internos.
La industria de las bebidas alcohólicas en Colombia se divide en cinco sectores: el monopolio rentístico de licores –que son todas las licoreras departamentales y sus distribuidores–, los importadores, el monopolio privado de las cervezas, el sector privado y el sector ilegal, donde se encuentran los evasores, los contrabandistas y los adulteradores. P&M indagó en los sectores más importantes con el fin de conocer cuál es la participación actual en el mercado.
Tanto para los importadores como para la industria nacional el desafío más importante es poder llegar a acuerdos que permitan generar un sistema de impuestos que sea equitativo para el sector y permita una sana competencia. Otro aspecto clave es la lucha contra el contrabando y la adulteración de licor, que según Martha Patricia González es una batalla que tiene que ver también con las cargas tributarias de algunos licores.
Miguel Riascos Noguera, presidente de Santana Liquors y Santana Licores S.A., otra empresa del mismo grupo que maneja la concesión de producción y distribución de licores en el departamento del Magdalena, hace precisión sobre algunos desafíos que tendrá la industria en el futuro.
Según Riascos, el mercado de los licores crece muy poco, lo que sucede es que se redistribuye; crecen unas categorías, en detrimento de otras. Por tanto, el gran reto de la industria nacional es la globalización. Al igual que el señor Riascos, otros empresarios del sector comparten la misma preocupación: ¿qué va a pasar con el monopolio interno? La pregunta está por resolverse, pues ante la tendencia del mercado a abrirse al exterior, con los acuerdos que se esperan por parte del TLC y los que están por venir, existe un sistema de mercado cerrado, para los licores, en el interior del país. El sistema de monopolio, cedido a los departamentos, cierra las fronteras entre éstos generando tarifas diferenciadas, lo que ocasiona problemas como “el carrusel” o contrabando interno de licores. La pregunta final que plantea esta contradicción es qué posibilidades reales existen para abrir las fronteras internas y, al mismo tiempo, mantener los monopolios internos, los cuales contribuyen con importantes recursos para la salud.