Todos hablamos de la percepción y la utilizamos como bandera para hacer todas nuestras propuestas, principalmente las gráficas pero no nos damos cuenta que esa percepción también se aplica a nosotros. ¿Sabemos como la gente nos percibe o perciben a nuestra empresa?, lo dudo porque siempre nos hacemos una autoimagen errónea de nosotros o de nuestro negocio.
Aquellas personas feas o gordas que han dejado atrás complejos sociales por lo general son más exitosas que aquellas personas lindas que se creen perfectos. Si nos ponemos la mano en el corazón aceptaremos que las personas poco agraciadas son más simpáticas, más inteligentes y tienen más calidad humana que aquellas que cumplen con lo cánones griegos; son más eficientes y eficaces en su trabajo y son excelentes como amigos. ¿Cómo soy yo?, ¿te has hecho esa pregunta? Es muy chistoso que las empresas de relaciones públicas siempre buscan gente linda para trabajar en ellas, pasando por desapercibido que la gente poco agraciada genera más credibilidad, como que no se vieron “Yo soy, Betty, la fea”, cuantas Bettys o Nicolas hay por ahí caminando.
Es chocante que uno tenga mucha experiencia en algo y le pidan un diploma o un certificado que acredite esos conocimientos, pero la verdad que esos papelitos genera credibilidad y existe mucha gente que estudia posgrados no porque quieran aprender, porque muchas veces saben más que sus profesores, sino por el diploma.
A nivel empresarial de que nos sirve tener unas instalaciones de lujo, un personal bien capacitado y una imagen asombrosa si:
- La atención al cliente es deficiente.
- No somos capaces de hablar con antiguos clientes y mostrarles que nos sigue importando a pesar que ya no hay relaciones comerciales.
- Los procesos son demorados.
- Estamos en una burbuja donde nos creemos mejores pero no somos capaces de reconocer los méritos de los demás.
- No innovamos y vamos a la par con las necesidades del mundo.
- El personal de la empresa no está conforme de cómo lo tratan o como ésta va.
- Consideramos que estamos bien, sin darnos cuenta que eso es conformismo.
- Sacamos excusas para avanzar.
- Subvaloramos nuestro trabajo y el de los demás.
- No cumplimos con las expectativas que se tienen sobre nosotros.
- Si trabajamos para nosotros y no para los clientes de mi cliente.
La credibilidad se construye día tras día no se puede creer que ésta es impermeable, ganarla es complicada pero perderla es lo más fácil que existe, no se debe de menospreciar a nadie porque ésta persona u empresa puede ser nuestro verdugo por eso es importante siempre tener buenas relaciones y conservarlas. No nos creamos por palabras bonitas ni por premios o reconocimientos ganados porque el principal premio es la confianza de nuestros clientes y si se pierde con uno solo instante, esto significa que nuestra credibilidad está en al cuerda floja.
Hay que ser creíble en todo lo que hacemos, en nuestros diseños, en nuestras propuestas, en nuestro trabajo en nuestra imagen personal y locativa. Ganemos este gran plus y conservémoslo a lo máximo porque abre todas las puertas inimaginables.