Todas las empresas tienen una determinada imagen corporativa. Desde el pequeño autónomo a la multinacional más grande que encontremos. Esta imagen corporativa se transmite en todas las relaciones que tiene la empresa con terceros, desde una venta a las relaciones con proveedores o con la propia administración. La imagen corporativa de la empresa es una de las primeras caras que muestra nuestra empresa y tal y como definamos nuestra propia imagen, daremos una primera impresión que puede condicionar el resto de la relación laboral.
Para abordar la imagen corporativa que queremos transmitir tenemos que diseñar una estrategia completa y analizar cada uno de los frentes en los que la empresa tiene relaciones con terceros. Dado que la empresa es un ente vivo que va evolucionando día a día con sus relaciones, tenemos que diseñar como mínimo las siguientes facetas en nuestra empresa.
Imagen material, nuestras instalaciones
Adecuar correctamente nuestras instalaciones es uno de los puntos más complejos que existen en cualquier empresa. La funcionalidad, economía y estética es un cóctel que debemos combinar con las medidas adecuadas. No debemos crear espacios muy lujosos o costosos si nuestros productos o servicios no van en línea de precios con esa imagen. Al revés, si estamos orientados a servicios muy segmentados y poderes adquisitivos medios o altos, nuestra imagen y buen gusto es una tarjeta adecuada de presentación en nuestras instalaciones.
Además, de estos consejos, tenemos que cuidar el entorno laboral, con una buena iluminación, ventilación y climatización. Por ejemplo, abusar de las temperaturas extremas es perjudicial para todos los clientes.
La imagen material en nuestras comunicaciones
El segundo factor a considerar es el que se crea con la imagen que transmitimos en nuestros escritos, tarjetas de visita o correos electrónicos. También es la imagen que tenemos cuando hacemos una presentación o preparamos un fichero para enviar a cualquier otra persona.
En estos casos, no es necesario incurrir en grandes gastos de impresión y preparación de documentos; basta con tener unos conocimientos mínimos de ofimática para prepararnos unas plantillas de texto, hojas de cálculo o presentaciones powerpoint que incluyan nuestros logotipos y marcas. No es igual mandar un word con un formato malo, a mandar un PDF cerrado con nuestra propia imagen corporativa. En ambos casos, hablamos de imagen que transmitimos al receptor de la comunicación.
En esta misma cuestión, se abre el debate sobre el uso de cuentas de correo electrónico propias (bajo dominio de la empresa) a las cuentas de correo de servicios gratuitos como pueden ser Gmail, Hotmail o Yahoo entre otros muchos. En estos casos, todo depende mucho del uso que le demos al correo electrónico en la empresa y por supuesto, de la dirección personal y profesional. No es lo mismo tener una cuenta de correo que sea pep.lopez(arroba)gmail.com a una cuenta de correo personal que sea pepito69crack(arroba)gmail.com
Tu imagen personal, a todos los niveles
En pleno siglo XXI parece innecesario remarcar la importancia de la propia imagen personal. Esta imagen implica unas mínimas normas de aseo y estética. Sin estridencias, correcto y cómodo y fundamentalmente bien aseado. No suele ocurrir, pero pensemos la imagen que transmite una persona desaseada o con un olor corporal muy penetrante, aunque sea a perfume.
Igualmente, si tenemos cualquier tipo de vehículo, su propio cuidado y mantenimiento nos dará una imagen de nuestro comportamiento como persona. Un coche sucio, con bollos, muchos arañazos y lleno de todo tipo de cosas, no es la imagen de una persona ordenada y metódica que inspire la confianza suficiente para dejarle un asunto importante en sus manos, como puede ser un abogado o arquitecto.
En muchas ocasiones, crear una imagen corporativa es un apéndice de nuestra propia personalidad y forma de ser; por lo que vamos a condicionar nuestra propia imagen corporativa a nuestra manera de ser y comportarnos.